miércoles, 12 de noviembre de 2014

Apesta a muerte


Se han escrito miles de palabras sobre nuestra mexicanidad: raza violada, mestiza, color chocolate cósmico. 

     "¿Qué es ser mexicano?"  Preguntan académicos orgánicos de traje y corbata con más de dos dedos de frente y seis cifras en sus cheques.

     Yo les respondo: Importa un carajo.


     Vívanlo.

     
    Asesinatos, desaparecidos, corrupción. 

  
     La tierra que habito, 

     castillo de nuestros hijos,

     abrazo de los amantes,


                      apesta a muerte. 

    
    Podrán perfumar su origen

    con aromas finos y pensamientos vanos.

                     Da igual.  

    La putrefacción, aún ignorada, habrá de alcanzarlos.


miércoles, 10 de septiembre de 2014

Mi pedazo de Edén

Me siento afortunado:  vivo con gamers.  Sí, sé que suena a algo que le puede pasar a cualquiera, pero es que para alguien al que le gustan tanto los juegos como a mí, el que puedas salir de tu cuarto y, si tus roommies están disponibles, poder echar una partida de algo, es invaluable.  Nos encantan los juegos. 

     No todo es miel sobre hojuelas. A veces simplemente no podemos ponernos de acuerdo. "Juguemos Settlers of Catan" dicen unos; otros: "No nos gustan los juegos tipo euro, quiero jugar algo más agresivo". Últimamente nos la vivimos en los juegos de cartas como Netrunner, aunque Quarriors! es hasta ahora el más popular. También echamos retas de Mortal Kombat (aunque todos somos MALÍSIMOS, a excepción de Luis que siempre saca a su vago de farmacia interior).

     Sí, soy muy afortunado:  Mi novia también es gamer.  Podemos pasar la tarde jugando Tales of Xillia juntos o ella viendo como juego Bioshock.  Comenta y me sugiere qué hacer.  Nos gustan los juegos cooperativos -de hecho le propondré que juguemos The Lord of the Ring Lego.  

     Jugamos Pathfinder RPG (casi) todos los domingos desde hace dos años. Estamos a punto de terminar una campaña épica llamada Rise of the Runelords, en la que hemos compartido risas, lágrimas y miedos.

     Creo que encontré mi pedacito de Edén en este lugar y habré de disfrutarlo hasta el final.


   
   

lunes, 6 de enero de 2014

Paseos...

No sé por qué, pero cuando un paso sigue a otro de manera rítmica, sin rumbo fijo, mi mente encuentra ese nicho para abstraerse y reflexionar sobre acontecimientos recientes.  Podría decirse que es una forma de meditar, o quizás sólo de ver mis pensamientos mientras camino.

     El perro corre y no se deja guiar.  Busca, olfatea y ladra a voluntad mientras yo lo sigo detrás, correa en una mano y la otra en la bolsa del pantalón.  La ciudad, con su ritmo de lunes, anticipa lo inevitable: mañana regresamos a trabajar. Nada podrá evitarlo, ni siquiera mi flojera —y eso ya es decir mucho—.

    ¿Cómo empezará este año?  Como siempre, con mil promesas: ahora sí hago dieta, hay que ponerse a estudiar, quiero leer más, voy a salir a correr diario, prometo ya no fumar, no beber, no fumar, no comer mucho, no ser promiscuo, no no no y más no.

   ¿Por qué tantas negaciones?  Me hago consciente de los alrededores y estoy en la esquina, a punto de llegar al parque.  Caminé por una ruta nueva, casi sin pensarlo.  Y el perro sigue haciendo de las suyas, pero va feliz.

   No busco negaciones, sino ser feliz.  Y creo que la felicidad es disfrutar cada cosa en su justa dimensión y momento.  ¿Por qué todos corren?

   Sí, creo que me gusta caminar.

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